Anoche me equivoqué y la coloqué en Retrata2. ¿A quién se le puede ocurrir que semejante cosa sea un fotógrafo? A ciascuno il suo. Estaba un poco hasta las narices de algunas cosas, como de los bulones que me tocaban las orejas.
Supongo que Galileo lo utilizó como una rabieta cuando le obligaron a retractarse de su afirmación de que la tierra giraba sobre si misma. Él dijo la última. Ya me gustaría poder decir, en algunas ocasíones, algo semejante. Lamentablemente sólo tenemos en común que el año de su nacimiento coincide con la matrícula de mi coche.
jueves, 29 de mayo de 2008
jueves, 22 de mayo de 2008
El cielo protector (para-Kai-das)
miércoles, 21 de mayo de 2008
Curiosidad
sábado, 17 de mayo de 2008
Hélix
miércoles, 14 de mayo de 2008
Al cielo?
viernes, 2 de mayo de 2008
Rain
- Hola, hola!- le dijo el pelícano a la ranita- ¿Qué haces nadando en mi charquita?
La ranita, verde y muy cuca, se había colocado en la charca, para ella más que descomunal, como se colocan todas las ranitas del mundo mundial cuando quieren tomarse un momento de respiro. Es decir, flotaba con sus extremidades bien extendidas.
- Psé! Ya lo ves, disfrutando de este poquito de sol que nos queda- dijo con su croar más encantador- ¿Y tú, como te llamas?
El pelícano, tan tímido como grande era, acercó su pico al agua y le dijo notando como el rubor asomaba a sus plumas.
- Me llamo Peli pero todo el mundo me conoce como el Hollywood.
- ¿Por qué, porque pareces un actor de cine?- dijo la ranita poniendo una de sus caras angelicales. Ya había cogido el juego de palabras con el que sus conocidos atormentaban desde pequeño al pobre pelícano, pero se había dado el gusto de lanzar la frase solo por verle ponerse rojo de nuevo. Estaba taaaan mono cuando se ruborizaba- Ya te notaba yo algo de eso.
A punto estuvo el pobre Peli de regurgitar el estupendo salmonete que llevaba en la bolsa y que tenía que constituir una parte sustancial de su dieta diaria.
- No- dijo recuperando un poco la compostura- Te estás burlando de mí. Tú ya sabes que viene de película. Pero, además, no has contestado todavía a mi pregunta.
- Estoy buscando pareja. Ya no soy tan pequeña y dentro de nada tendré que empezar a pensar en soltar una puesta de huevos y quiero que el padre de mis hijos sea el adecuado. Yo en eso soy muy exigente- croó la ranita reacomodándose en una hoja de nenúfar.
- Me gusta tu respuesta, mnn… ¿cómo has dicho que te llamas?
- No te lo he dicho, pero me llamo Rain.
-¿Lluvia?- preguntó curioso el pelícano que dominaba el inglés de sus migraciones estivales a Escocia.
- No, no creo que llueva- contestó la ranita mirando con escepticismo al cielo- Está bastante despejado.
- No quería decir eso- respondió el atribulado Peli- Es que en inglés, rain es lluvia.
- Pues en mi caso, dislexia. Mi abuelita, que era disléxica, no sabía llamarme “rani” que es como ella llamaba a sus renacuajos favoritos. Entonces, cuando se acercaba a darme las moscas mas apetitosas o las larvas más gorditas, siempre decía “¿Cómo está mi pequeña Rain?”. De nada le valieron las clases de Posa, el sapo logopeda a las que asistió durante tres inviernos, se murió incapaz de pronunciar bien mi nombre. Y ahí me quedó.
-Bonito nombre- dijo Peli cerrando el pico que poco a poco se le había ido abriendo con la explicación- Bonito nombre.
La ranita, verde y muy cuca, se había colocado en la charca, para ella más que descomunal, como se colocan todas las ranitas del mundo mundial cuando quieren tomarse un momento de respiro. Es decir, flotaba con sus extremidades bien extendidas.
- Psé! Ya lo ves, disfrutando de este poquito de sol que nos queda- dijo con su croar más encantador- ¿Y tú, como te llamas?
El pelícano, tan tímido como grande era, acercó su pico al agua y le dijo notando como el rubor asomaba a sus plumas.
- Me llamo Peli pero todo el mundo me conoce como el Hollywood.
- ¿Por qué, porque pareces un actor de cine?- dijo la ranita poniendo una de sus caras angelicales. Ya había cogido el juego de palabras con el que sus conocidos atormentaban desde pequeño al pobre pelícano, pero se había dado el gusto de lanzar la frase solo por verle ponerse rojo de nuevo. Estaba taaaan mono cuando se ruborizaba- Ya te notaba yo algo de eso.
A punto estuvo el pobre Peli de regurgitar el estupendo salmonete que llevaba en la bolsa y que tenía que constituir una parte sustancial de su dieta diaria.
- No- dijo recuperando un poco la compostura- Te estás burlando de mí. Tú ya sabes que viene de película. Pero, además, no has contestado todavía a mi pregunta.
- Estoy buscando pareja. Ya no soy tan pequeña y dentro de nada tendré que empezar a pensar en soltar una puesta de huevos y quiero que el padre de mis hijos sea el adecuado. Yo en eso soy muy exigente- croó la ranita reacomodándose en una hoja de nenúfar.
- Me gusta tu respuesta, mnn… ¿cómo has dicho que te llamas?
- No te lo he dicho, pero me llamo Rain.
-¿Lluvia?- preguntó curioso el pelícano que dominaba el inglés de sus migraciones estivales a Escocia.
- No, no creo que llueva- contestó la ranita mirando con escepticismo al cielo- Está bastante despejado.
- No quería decir eso- respondió el atribulado Peli- Es que en inglés, rain es lluvia.
- Pues en mi caso, dislexia. Mi abuelita, que era disléxica, no sabía llamarme “rani” que es como ella llamaba a sus renacuajos favoritos. Entonces, cuando se acercaba a darme las moscas mas apetitosas o las larvas más gorditas, siempre decía “¿Cómo está mi pequeña Rain?”. De nada le valieron las clases de Posa, el sapo logopeda a las que asistió durante tres inviernos, se murió incapaz de pronunciar bien mi nombre. Y ahí me quedó.
-Bonito nombre- dijo Peli cerrando el pico que poco a poco se le había ido abriendo con la explicación- Bonito nombre.
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