Ni era sastre ni era de Panamá, pero no obstante este curioso personaje volvió, como todos los veranos, a enfundarse su terno azul desvaído, sus zapatos blancos y su sombrero panamá. Su única concesión a la modernidad son unos calcetines Reebok de hilo blanco. Por lo demás, el individuo en cuestión, podría haber salido del balneario de La Toja de principios del siglo pasado o de una tertulia estival del madrileño Café Pombo, salvando las distancias y los tertulianos. Puede que una golondrina no haga verano pero la llegada de este individuo con semejante atuendo siempre nos indica la llegada de la canícula estival.
3 comentarios:
Un clásico, si señor! Aunque lo de los calcetines me parece muy agresivo por su parte, cualquier día nos aparece en patines.
Es grisolia??
Sssh! Biel, sin nombres ;)
Publicar un comentario