
Eso es lo que sentía esta mañana en la investidura de "Asnar", por sus extraordinarios méritos (sic), como Doctor Honoris Causa por la Universidad Cardenal Herrera. Sólo decir que el más discreto de todos ha sido, en la lectura de su lección magistral, el nuevo doctor y que conste que yo de Josemari no me quedaría ni con la glosa de las curvas de la Scarlett Johansson.
Su padrino, "conocido y hábil conferenciante: El ponente ideal para su conferencia, o evento sobre finanzas, economía, liberalismo... "(como se anuncia en su página web), ha ido desgranando una a una "perlas" tanto sobre la vida y milagros del doctorando como de los hechos acaecidos en la vida política del país durante su mandato. Me apena no tener la transcripción de la Laudatio para poder ser más exacto en las citas, pero algunas me han quedado como la de "que tuvo que ganarse a su mujer Ana en dura pugna con los muchos pretendientes que le consta que tenía" o la de que "a pesar de no tener ni idea de inglés cuando recibió el acta de diputado (sic), gracias a su tesón y esfuerzo, ahora puede ir a EE.UU y gastar bromas con vaqueros (y no se refería casual wear) y dar clases en la Universidad de Georgetown". De la vida política ha calificado el desastre del Prestige como "falsa alarma" o que "de no haber mediado las bombas de Eta habríamos ganado las elecciones".
Un compañero me decía que me abstrayera, que intentara obviar las palabras, pero... Cuando tomó el turno de discursos el Gran Canciller de la CH, Dagnino (léase dañino) ya se me llevaban los demonios, que eran los únicos que faltaban en su discurso, en el que parecía demonizar a todo aquel que no viviera la vida desde la óptica de la moral cristiana. Prefiero no trascribirlo.
Debería haber hecho caso a Manu y meter la cabeza entre las piernas o hacer como mi amiga Maya y ponerme a libar, aunque reconozco que me daba miedo dejar esa parte del cuerpo fuera por temor de ser "polinizado".